
El documental, ¿Cuánto pesa su edificio, Mr. Foster? (2010) es una placa de rayos X sobre uno de los mejores arquitectos de la segunda mitad del siglo XX. Era una época multiplicada de ideales. Había, incluso, quien veía una playa bajo las baldosas de Saint-Germain-des-Prés, era mayo, era París; y era 1968. Norman y Wendy Cheesman (arquitecta y su primera mujer, que, fallecería de cáncer en 1989) fundaron en Londres, Foster Associates, un año antes. Como recordaba el propio Norman sólo había dos problemas: “Uno. No teníamos trabajo. Y dos: No había asociados”.
Equilibrio sin gentrificar
Es uno de los estudios de paisajismo y urbanismo más prestigiosos del mundo. West 8. En España crearon Madrid Río (3.447 euros el metro cuadrado en venta, y 19,60 en alquiler, según Fotocasa para 2024). Por el mundo sus proyectos se suceden en presencias tan bien concebidas como el Jardín Botánico de Houston (Texas) o la isla Governors (Nueva York), donde transformaron una antigua base militar en un espacio de ocio para los neoyorquinos. Daniel Vasini, director creativo de la firma, propone un análisis desde el terreno. “La intuición hace pensar que un gran arquitecto contribuye a elevar los precios. Pero no es así. Los artistas, por ejemplo, como ocurre en el Soho, son agentes del cambio, y arquitectos incontestables, pensemos en Renzo Piano o Norman Foster, dejan, en sus edificios, espacios para emprendedores”. Y añade: “Se trata de generar cambios, pero para mejorar. O sea, hallar un equilibrio, aunque sin gentrificar”, zanja.