Es tan apabullante el dominio político de Morena y tan débil la oposición, que por el momento parecería que la única esperanza de críticos y adversarios reside en apostar por la descomposición interna y las fracturas del grupo en el poder. Un deseo comprensible, pero que en ocasiones remite a lecturas absurdas o, de plano, tan forzadas que resultan involuntariamente cómicas.
